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lunes, 5 de octubre de 2020

viernes, 18 de septiembre de 2020

martes, 31 de julio de 2018

La Bella y la Bestia

La Bella y la Bestia (word)


La bella y la bestia

Había una vez un hombre que vivía en una cabaña con sus tres hijas la más pequeña era muy hermosa que todos la llamaban Bella, lo que hacía morirse de celos y envidia a sus dos hermanas.
Un día el buen hombre tuvo que ir a la ciudad. Antes de marcharse reunió a sus hijas y les preguntó si querían que les trajese un regalo.
-¡joyas!-dijo la mayor.
-¡vestidos de seda!-dijo la segunda hija.
Pero Bella, la más pequeña de las tres, sólo deseo una rosa blanca.
Cuando volvía a casa, el hombre fue sorprendido por una gran tormenta de nieve.
La ventisca era tan fuerte y violenta, y el bosque tan grande y oscuro que temió no poder regresar nunca a su hogar.
De pronto vio a lo lejos un grandioso palacio.
Llamó al patrón, pero parecía no haber nadie. Entró y se vio en un comedor con una mesa sobre lo que había una magnífica cena. El hombre que estaba hambriento comió hasta saciarse.
Luego decidió recorrer la mansión. Escaleras arriba encontró una alcoba con una cómoda cama en la que cayó rendido.
Al día siguiente, cuando se despertó, vio que alguien le había servido el desayuno junto al lecho.
Cuando abandonaba la mansión para volver a casa, el hombre pasó cerca de un precioso jardín de rosas.
Recordó el deseo de Bella, se detuvo para elegir una flor.
De pronto, con un rugido amenazador, surgió ante él una bestia.
-¡Te he brindado una estupenda acogida y me pagas robándome rosas!-gruñó le bestia.
Temblando de miedo, el hombre le pidió perdón.
-Sólo quería una rosa para mi hija.
-Está bien, te perdono. Pero sólo si tu hija accede a vivir aquí libremente-dijo la bestia-. Si no, tendrás que regresar en tres meses.
Ya en casa, el hombre explicó entre lágrimas a sus hijas lo ocurrido.
 Para su sorpresa, Bella aceptó en seguida la propuesta de la bestia.
Cuando la muchacha llegó al palacio, le estaba esperando una opulenta comida.
-querrá engordarme para para devorarme luego-pensó, pero igualmente comió.
Cuando hubo terminado, apareció la bestia. Su aspecto era terrorífico, y Bella sintió miedo.
-tu habitación está lista-dijo la Bestia, y la y la condujo hasta una puerta donde había un letrero dorada que decía: APOSENTO DE BELLA.
La habitación tenía todo lo que una joven podía desear: un piano de marfil, hermosos vestidos de seda y rosas de fragante aroma.
En el tocador había un espejo con la siguiente inscripción: SI ALGO QUIERES PEDIR, FORMULA TU DESEO Y MÍRATE EN MÍ.
-me gustaría ver a mi padre-dijo Bella, y en ese preciso momento lo vio sentado muy triste en casa junto al fuego.
-Quizás después de todo, la Bestia no quiera matarme-pensó Bella-. ¿Qué planes tendrá?
Al día siguiente por la noche, la Bestia cena con Bella.
-Dime-preguntó a la muchacha- tengo un aspecto horrible, ¿verdad?
Bella no sabía mentir.
-sí- le respondió-, pero sé que tienes un buen corazón.
-entonces, ¿Aceptarías casarte conmigo?
Sabía que el monstruo se enfadaría si le rechazaba, pero no podía aceptar porque no le amaba.
-No, lo siento. No quiero casarme contigo.
La Bestia suspiró tan profundamente que las paredes vibraron.
-Buenas noches, entonces-dijo la Bestia muy triste.
Pasaron los meses y Bella era feliz en el palacio.
Una noche, la Bestia volvió a preguntarle:
-¿Quieres casarte conmigo?
Bella respondió que no, aunque sentía un gran aprecio por él.
Un día, Bella miró en el espejo mágico y vio a su padre enfermo. Suplicó a la Bestia que la dejara marchar, y el monstruo accedió.
-Toma este anillo mágico-le dijo-. Si algún día quieres volver, ponlo junto a ti en la cama, y al despertar estarás aquí.
-Volveré- prometió Bella.
La joven regresó a su casa y cuidó a su padre, que pronto sanó. Bella se dispuso a volver al palacio, pero sus hermanas sentían envidia de que viviera en una mansión. Así que la convencieron para que se quedara.
Una noche, Bella soñó que la Bestia había muerto y despertó llorando. Entonces supo que amaba al monstruo y decidió volver junto a él. Colocó el anillo en la cama y cerró los ojos.
Cuando abrió se encontraba en jardín, tal como había visto en sus sueños él yacía muerto en el suelo.
-¡oh, mi Bestia!-lloró la muchacha-No te mueras. Te quiero y quiero casarme contigo.
Al instante el aire se inundó de música y de luz, y la Bestia se convirtió en un apuesto príncipe.


FIN




La Bella y la Bestia (word)

Elena y las joyas

Elena y las joyas (word)


Elena y las joyas


Elena
era la sirena más hermosa de la laguna. Tenía un precioso pelo negro, tan largo que le llegaba a la cola. Sus ojos eran de un profundo color verde esmeralda y su piel tan blanca como una perla. Pero Elena era tan arrogante y vanidosa que las otras sirenas no la querían.
-Elena tiene un concepto demasiado alto de sí misma-decían sus compañeras-. Un día de estos tendría que espabilar.
Sólo había una criatura que adora a Elena: Tita, la tortuga gigante, que la seguía a todas partes. Pero Elena no le hacía caso, pues sólo tenía ojos para sí misma y se pasaba el día mirándose en el espejo.
Un día, Elena oyó cómo las sirenas hablaban de un barco pirata hundido en el fondo del océano que tenía un cofre lleno de joyas.
-Pero nadie bebe tocarlas-dijo una de las sirenas-, porque el barco está maldito.
-¡voy a buscar ese barco pirata!-dijo Elena a Tita-. Me haré con el tesoro. ¡Imagínate lo guapa que estaría yo toda cubierta de joyas!
-Elena se puso sin tardanza en camino.
-¡Espérame!-le gritó Tita moviendo sus patas en el agua con fuerza- Es peligroso que vayas sola.
Elena nadó y nadó y llegó a una zona del océano en la que nunca había estado. Buceó entre peces de colores y arrecifes de coral, y finalmente divisó el casco de un barco.
-Ten cuidado, Elena-le recomendó la tortuga-. Recuerda que es un barco pirata maldito.
-¡tonterías!-contestó Elena malhumorada-.
He venido por las joyas y no pienso irme sin ellas.
Elena vio en seguida el cofre a través de un gran orificio en cubierta. Se introdujo por él y pronto llegó junto al tesoro. Abrió la tapa y pudo ver gran cantidad de joyas de maravillosos colores.
Elena sacó primero un suntuoso collar y se lo puso. En el cofre había también un espejo de mano de oro y plata. Lo tomó para poder admirarse con el collar. ¡Era bellísimo! Elena se veía más linda que nunca.
De pronto el espejo saltó en mil pedazos. Las cuentas del collar se transformaron en pesadas piedras. ¡Era la maldición del barco! Elena trató de huir nadando, pero no pudo moverse por el peso del collar.
-¡Socorro!-Gritó Elena.
La tortuga Tita que esperaba cerca del barco no tardó en aparecer.
­-¡ayúdame, por favor!-¡ayúdame!
Con sus fuertes patas, Tita rompió el collar y liberó a Elena.
-Tú no necesitas joyas, le dijo Tita. Eres muy linda sin ellas.
Una vez  sana y salva, Elena contó a las otras sirenas lo sucedido en el barco y les dijo:
-He aprendido la lección: ¡nunca volveré a ser tan vanidosa!



FIN

Elena y las joyas

miércoles, 18 de julio de 2018

Edelmira, la ranita pequeñita (word)





    Edelmira, la ranita pequeñita

Edelmira, era una ranita la más pequeña del estanque. Y estaba harta, harta de que le dieran órdenes, harta de tener que jugar sola; harta de ser la más pequeña. Ninguna de las ranas grandes  quería jugar con ella.
- ¡lárgate pequeñaja!- le croaban- no puedes jugar con nosotras.
Así un día y otro también, la ranita Edelmira se quedaba sentada sola mirando cómo los demás jugaban en la chacra.
- No hace falta ser una rana gigante para poder saltar-pensaba-.
Me podrían dejar jugar con ellas…
Una apacible y cálida noche. Edelmira tuvo el valor de volver a preguntar a sus compañeras si le permitían unirse al grupo.
-Dejadme jugar con vosotras-les suplicó-
¡Yo puedo saltar muy alto!
Las otras ranas se reían a carcajadas.
-¡claro que puedo!- insistió Edelmira-.
¡Puedo saltar por encima de la luna!
Las otras ranas se rieron tanto que casi se caían de las hojas de nenúfar.
-Os lo demostraré- dijo Edelmira enfadada.
Una, dos y… ¡tres! Edelmira saltó desde la hoja de nenúfar donde estaba sentada y pasó por encima del reflejo de la luna en el agua del lago.
Las otras ranas la miraban sorprendidas. Era cierto. Edelmira podía saltar por encima de la luna!

-Perdónanos por no creerte-dijo una de las ranas grandes-. Claro que puedes jugar con nosotras. No serás la rana más grande del lago, ¡pero sí la más lista!


FIN



Edelmira, la ranita pequeñita (word)

LEY GENERAL DE EDUCACIÒN