Edelmira, la ranita pequeñita
Edelmira,
era una ranita la más pequeña del estanque. Y estaba harta, harta de que le
dieran órdenes, harta de tener que jugar sola; harta de ser la más pequeña.
Ninguna de las ranas grandes quería
jugar con ella.
- ¡lárgate pequeñaja!- le croaban-
no puedes jugar con nosotras.
Así un día y otro también, la
ranita Edelmira se quedaba sentada sola mirando cómo los demás jugaban en la
chacra.
- No hace falta ser una rana
gigante para poder saltar-pensaba-.
Me podrían dejar jugar con ellas…
Una apacible y cálida noche.
Edelmira tuvo el valor de volver a preguntar a sus compañeras si le permitían
unirse al grupo.
-Dejadme jugar con vosotras-les
suplicó-
¡Yo puedo saltar muy alto!
Las otras ranas se reían a
carcajadas.
-¡claro que puedo!- insistió
Edelmira-.
¡Puedo saltar por encima de la
luna!
Las otras ranas se rieron tanto que
casi se caían de las hojas de nenúfar.
-Os lo demostraré- dijo Edelmira
enfadada.
Una, dos y… ¡tres! Edelmira saltó
desde la hoja de nenúfar donde estaba sentada y pasó por encima del reflejo de
la luna en el agua del lago.
Las otras ranas la miraban
sorprendidas. Era cierto. Edelmira podía saltar por encima de la luna!
-Perdónanos por no creerte-dijo una
de las ranas grandes-. Claro que puedes jugar con nosotras. No serás la rana
más grande del lago, ¡pero sí la más lista!
FIN
Edelmira, la ranita pequeñita (word)
0 comentarios:
Publicar un comentario