La bella y la bestia
Había una vez un hombre que
vivía en una cabaña con sus tres hijas la más pequeña era muy hermosa que todos
la llamaban Bella, lo que hacía morirse de celos y envidia a sus dos hermanas.
Un día el buen hombre tuvo que
ir a la ciudad. Antes de marcharse reunió a sus hijas y les preguntó si querían
que les trajese un regalo.
-¡joyas!-dijo la mayor.
-¡vestidos de seda!-dijo la
segunda hija.
Pero Bella, la más pequeña de
las tres, sólo deseo una rosa blanca.
Cuando volvía a casa, el
hombre fue sorprendido por una gran tormenta de nieve.
La ventisca era tan fuerte y
violenta, y el bosque tan grande y oscuro que temió no poder regresar nunca a
su hogar.
De pronto vio a lo lejos un
grandioso palacio.
Llamó al patrón, pero parecía
no haber nadie. Entró y se vio en un comedor con una mesa sobre lo que había
una magnífica cena. El hombre que estaba hambriento comió hasta saciarse.
Luego decidió recorrer la
mansión. Escaleras arriba encontró una alcoba con una cómoda cama en la que
cayó rendido.
Al día siguiente, cuando se
despertó, vio que alguien le había servido el desayuno junto al lecho.
Cuando abandonaba la mansión
para volver a casa, el hombre pasó cerca de un precioso jardín de rosas.
Recordó el deseo de Bella, se
detuvo para elegir una flor.
De pronto, con un rugido
amenazador, surgió ante él una bestia.
-¡Te he brindado una estupenda
acogida y me pagas robándome rosas!-gruñó le bestia.
Temblando de miedo, el hombre
le pidió perdón.
-Sólo quería una rosa para mi
hija.
-Está bien, te perdono. Pero
sólo si tu hija accede a vivir aquí libremente-dijo la bestia-. Si no, tendrás
que regresar en tres meses.
Ya en casa, el hombre explicó
entre lágrimas a sus hijas lo ocurrido.
Para su sorpresa, Bella aceptó en seguida la
propuesta de la bestia.
Cuando la muchacha llegó al
palacio, le estaba esperando una opulenta comida.
-querrá engordarme para para
devorarme luego-pensó, pero igualmente comió.
Cuando hubo terminado,
apareció la bestia. Su aspecto era terrorífico, y Bella sintió miedo.
-tu habitación está lista-dijo
la Bestia, y la y la condujo hasta una puerta donde había un letrero dorada que
decía: APOSENTO DE BELLA.
La habitación tenía todo lo
que una joven podía desear: un piano de marfil, hermosos vestidos de seda y
rosas de fragante aroma.
En el tocador había un espejo
con la siguiente inscripción: SI ALGO
QUIERES PEDIR, FORMULA TU DESEO Y MÍRATE EN MÍ.
-me gustaría ver a mi
padre-dijo Bella, y en ese preciso momento lo vio sentado muy triste en casa
junto al fuego.
-Quizás después de todo, la
Bestia no quiera matarme-pensó Bella-. ¿Qué planes tendrá?
Al día siguiente por la noche,
la Bestia cena con Bella.
-Dime-preguntó a la muchacha-
tengo un aspecto horrible, ¿verdad?
Bella no sabía mentir.
-sí- le respondió-, pero sé
que tienes un buen corazón.
-entonces, ¿Aceptarías casarte
conmigo?
Sabía que el monstruo se
enfadaría si le rechazaba, pero no podía aceptar porque no le amaba.
-No, lo siento. No quiero
casarme contigo.
La Bestia suspiró tan
profundamente que las paredes vibraron.
-Buenas noches, entonces-dijo
la Bestia muy triste.
Pasaron los meses y Bella era
feliz en el palacio.
Una noche, la Bestia volvió a
preguntarle:
-¿Quieres casarte conmigo?
Bella respondió que no, aunque
sentía un gran aprecio por él.
Un día, Bella miró en el
espejo mágico y vio a su padre enfermo. Suplicó a la Bestia que la dejara
marchar, y el monstruo accedió.
-Toma este anillo mágico-le
dijo-. Si algún día quieres volver, ponlo junto a ti en la cama, y al despertar
estarás aquí.
-Volveré- prometió Bella.
La joven regresó a su casa y
cuidó a su padre, que pronto sanó. Bella se dispuso a volver al palacio, pero
sus hermanas sentían envidia de que viviera en una mansión. Así que la
convencieron para que se quedara.
Una noche, Bella soñó que la
Bestia había muerto y despertó llorando. Entonces supo que amaba al monstruo y
decidió volver junto a él. Colocó el anillo en la cama y cerró los ojos.
Cuando abrió se encontraba en
jardín, tal como había visto en sus sueños él yacía muerto en el suelo.
-¡oh, mi Bestia!-lloró la
muchacha-No te mueras. Te quiero y quiero casarme contigo.
Al instante el aire se inundó
de música y de luz, y la Bestia se convirtió en un apuesto príncipe.
FIN
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